Debemos concebir el castrexo como una realidad cultural propia y autóctona del noroeste peninsular desarrollada durante un largo período de tiempo que a rasgos generales podemos encuadrar entre finales de la Edad de Bronce y la Romanización. Como su propio nombre indica, uno de los elementos esenciales de esta cultura es el castro, su yacimiento por excelencia. Así pues la génesis de este nuevo tipo de asentamiento debemos concebirla como la evidencia material del gran cambio que supone el desarrollo de la cultura castrexa.