Debemos concebir el castrexo como una realidad cultural propia y autóctona del noroeste peninsular desarrollada durante un largo período de tiempo que a rasgos generales podemos encuadrar entre finales de la Edad de Bronce y la Romanización. Como su propio nombre indica, uno de los elementos esenciales de esta cultura es el castro, su yacimiento por excelencia. Así pues la génesis de este nuevo tipo de asentamiento debemos concebirla como la evidencia material del gran cambio que supone el desarrollo de la cultura castrexa.

jueves, 22 de abril de 2010

CITANIA SANTA TECLA


La citania del Monte Santa Tecla fue descubierta y comenzada a excavar en 1913. Debió ser un importante poblado minero pre-romano, teniendo además una excelente ubicación estratégica gracias a controlar la desembocadura del río Miño desde sus 200 metros de altura. El apogeo de esta población se prolongó hasta el siglo II de nuestra era, en que cayó en el olvido.
El castro estaba fuertemente defendido por una muralla, fosos y torres. En el interior del recinto amurallado, sin apenas espacio entre ellas, se situaban las viviendas, perfectamente distribuidas ya que se han encontrado pequeñas calles y plazas. Se ha calculado que en su interior habitaría una media de 250 individuos.
Las viviendas presentan distinta tipología que obedecen a la diferente función que tendría para los habitantes: vivienda, almacén, etc.
La mayoría de las casas de los castros eran pequeñas y circulares. La parte baja de la construcción se realizaba a base de piedras irregulares de tamaño medio. Cubiertas de brezo o paja, en el interior de las viviendas se desarrollaba la vida cotidiana, en torno a un fuego central rodeado por bancos corridos.
La citania de Santa Tecla fue declarada Monumento histórico-artístico en 1931.

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